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Ollas comunes en Quilicura: Un servicio social desde el amor

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Desde hace casi un siglo, en tiempos de crisis se levantan “ollas comunes” en distintos barrios del país. En ellas se cocina entre todos para saciar el hambre de todos. Esta es una práctica de solidaridad, de amor y compañía con quienes necesitan alimento.

En los últimos meses, en el contexto de la pandemia COVID-19, esta actividad fraternal se ha vuelto a asomar en muchísimos lugares de nuestras ciudades. Si bien son un signo de tiempos difíciles y sufrimiento, también lo son de relaciones de solidaridad y cooperación.

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Comedor solidario de la Parroquia Juan Pablo II

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La Parroquia San Juan Pablo II de Quilicura, que es una parroquia Verbum Dei, gestiona en la actualidad dos comedores solidarios y dos ollas comunes que son aporte 100% de la comunidad. Además, dada la situación actual, estamos apoyando de forma paralela a cinco ollas comunes vecinas.

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El comedor Divino Niño fue inaugurado el 15 de mayo de 2016. En la actualidad entrega 60 raciones los días domingo a gente de calle y familias vulnerables del sector.  El 16 de mayo de 2020 inauguramos el comedor originalmente llamado Familia Misionera, pero las personas del sector lo cambiaron a Los Curas Misioneros, en donde tres veces por semana, se entregan 70 raciones de comida. Luego, dada la necesidad por la pandemia y la pérdida de fuentes laborales, se abrió la olla común Tierra del Fuego 1, en Rigoberto  Jara, que va en ayuda de vecinos del sector, en donde tres veces por semana se entregan 120 raciones de comida. Por último, en el sector de Ciudad Nueva II, por Santa Laura, se abrió la olla común El Cantones, que se encarga de ayudar a los más golpeados por la pandemia, entregando 80 raciones dos veces por semana.

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El comedor Divino Niño nació luego de dos años de misiones en el sector de Colo Colo, San Ignacio de Loyola y Villa Beato Padre Hurtado, una iniciativa que también se debió a que las drogas estaban muy al alcance de los niños. De ahí partió la idea de darles un espacio a los más pequeños, de acogerlos, mostrarles una alternativa y pensamos en un comedor, que les daríamos más allá que un plato de alimento, sino entretención y un espacio sano en donde se les enseñarían o reforzarían valores cristianos.  También definimos por el número de adultos mayores que estaban en soledad y precariedad.

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En la actualidad nuestros voluntarios son: Juanita, Milar  y Andrés, María Elena, Elivira, Maria Antonieta, Ana, Carlos, Ricardo, Juan, Luis y Fanny, Obed y Rubiola, María Teresa y Carlos.  Además, esporádicamente, recibimos a voluntarios de diferentes lados,  que llegan a poner su corazón y manos al servicio de nuestros hermanos.

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Tenemos diferentes servicios dentro del comedor. Quien cocina el plato principal, los que pelan verduras, trozan carne, el pan, lavan las ollas y platos, los que limpian,  los que  ordenan las bandejas, el que acoge y organiza a las personas que llegan a comer. A los adultos mayores no valentes, se les lleva a sus casas, así como también, gente que es de calle, que no quiere pasar, se les entrega para llevar.

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Durante estos cuatro años, hemos realizado charlas pre bautismales, catequesis para niños del sector, visitas a enfermos, acompañamiento a familias vulnerables. Tenemos misa una vez al mes, en un espacio público. Durante el mes de María, tenemos nuestro “mes de María Misionero. En Navidad hacemos una obra de teatro en la plaza en donde participamos todos: sacerdotes, misioneros, niños y padres del sector para luego finalizar con una once con todos y todas.

Reflexiones finales de Alejandra Miranda, miembro de la iniciativa

Si hablo de mi experiencia personal, han sido años de aprendizaje y muestra del amor tan grande de Dios para con nosotros. Servimos con alegría y gozo, pero cada vez que hemos sentido desfallecer por falta de medios o porque se ve todo complejo, la providencia del Señor nos entrega lo necesario para seguir adelante. Una y mil veces nos ha dicho “conmigo nada les faltará, abandónate”.  Nosotros damos cariño en cada plato que entregamos, y recibimos el doble de cariño de vuelta, ¡salimos cansados pero llenos de bendiciones!

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